Una extensa llanura dividida en arrozales se extendia hasta las distantes montañas. En el arrozal más cercano, una hilera de campesinos con el agua hasta las espinillas transplantaban brotes de arroz hasta los lechos donde crecerían hasta el pleno desarrollo. Sin hacer caso de la espléndida procesión del representante del Sogún, se estaban apresurando a colocar todas las plantas antes de que oscureciera. De la misma manera que los soldados se a pie recorrían el camino al compás de los tambores, las espaldas y los cónicos sombreros de paja de los campesinos subían y bajaban al unísono mientras apretaban las tiernas raíces de las plantas de arroz contra el barro al ritmo de la antiquísima canción: << ¡Yakkoto totcha, untoku na!>>.
- Esos campesinos tienen suerte de no llevarse un latigazo o algo peor por no postrarse ante aquel gran señor -Susurró Moko.
- El gran señor debería bajar de su palanquín y postrarse ante ellos -contestó Taitaro-. Es más noble plantar arroz que dirigir un ejército. Las vidas de esos labradores son historias de miseria que nunca han sido escritas. Ellos y sus hijos comen raíces salvajes para poder pagar sus impuestos de arroz. Millones de esllos trabajan para alimentar a los miles de guerreros y gobernantes que se consideran a si mismos tan importantes. Los campesinos son la verdadera nación.

Por si a alguien le interesa está sacado de un libro llamado SHIKÉ del autor Robert Shea, el libro es buenisimo, te absorbe desde el principio y no se hace pesado en ningun momento, si lo leéis os gustará seguro, especialmente a los que les guste la cultura japonesa, el manga o japón en general.